En las elecciones de este último domingo donde los cordobeses votaron y expresaron en las urnas la voluntad popular, es ante todo un signo de civismo y educación democrática, que quedó demostrada en nuestra ciudad en donde prácticamente voto más del setenta y cinco por ciento del padrón electoral.
Este es un dato que luego con los resultados definitivos dio un amplio ganador que fue el actual gobernador de la provincia Schiaretti, en donde tendrá una abrumadora mayoría en la legislatura provincial, dándole un amplio margen de maniobra político para su próximo mandato.
Qué pasó con la oposición… es una pregunta que los votantes contestaron en las urnas. Evidentemente no supieron interpretar las necesidades de los cordobeses, y particularmente la coalición política Cambiemos, dividida no fue una alternativa interesante para el electorado.
Y esta división favoreció al oficialismo, que en estas ocasiones tiene perfectamente claro como actuar. Y está demostrado que separados los dirigentes de Cambiemos, no suman, y esas actitudes egoístas no sirven para construir un armado político superador al establecido.
Es ahí donde la clase dirigente tiene que hacer una “mea culpa” no solo asumir la derrota, sino también dejar y permitir que nuevos nombres e ideas sean de acá en más los que puedan interpretar mejor las necesidades de los cordobeses. Lo que en criollo decimos sangre nueva que alimente a los partidos políticos.
En el sistema democrático sin lugar a dudas es muy importante respetar las minorías y que estas sean escuchadas, y hablando un poco de teoría política, no caer en el riesgo que un sistema democrático acabara transformándose en una tiranía de la mayoría.
Por eso nuestra constitución nacional como la provincial, han elaborado un sistema de contrapeso y límites al poder estatal. En última instancia, salvaguardar los derechos de los perdedores es uno de los fundamentos del sistema democrático expresado constitucionalmente. El estado de derecho, como tal, es una consecuencia lógica de esta idea, los gobernantes están antes sujetos a la ley que a la voluntad democrática de sus votantes, para que de esta forma se pueda mantener la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos.
Este es el desafío de los gobernantes y el derecho de los ciudadanos para que entre todos podamos construir un sistema democrático al servicio de las personas y no de los dirigentes de turno.
Editorial: Licenciado Ignacio Cabello