El empresario nacido en la ciudad, CEO y accionista de Arcor, Luis Pagani, y dos de sus hermanos en los Panamá Papers.
El diario La Nación informa hoy que «los hermanos Pagani, dueños de Arcor SA, también comparten sociedades offshore. Luis Alejandro aparece como ¨beneficiario final¨ de Quinam Investments y Roquel Properties, ambas todavía en actividad. Mario y Lilia Pagani figuran como accionistas de Lafico Group Limited». Consultada por LA NACIÓN, la familia Pagani señaló, a través de un vocero, que las sociedades offshore «son estructuras típicas en contribuyentes que tienen operaciones industriales y comerciales en distintos países» y sostuvo que sus operaciones «se hicieron en el marco de la ley».
Reproducimos, a continuación, la nota completa:
Al menos 15 grandes empresarios argentinos figuran con sociedades offshore a su nombre, o vinculados de manera directa en los documentos Panamá Papers. Controlan, en total, más de 40 compañías en paraísos fiscales. La mayoría se creó en Islas Vírgenes Británicas o Panamá, Bahamas o las Seychelles durante los últimos cinco años, en coincidencia con la imposición del «cepo cambiario» en la Argentina. Así surge de los documentos del estudio panameño Mossack Fonseca, que detectó y analizó LA NACIÓN en el marco de la investigación impulsada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y el diario alemán Süddeutsche Zeitung.
La mayoría de esos empresarios de alta exposición pública siguió un mismo patrón de conducta. Armaron sociedades offshore para desarrollar inversiones en el extranjero y en ciertos casos abrir cuentas bancarias. Y la mayoría optó por emitir acciones «nominativas» -es decir, con sus nombres registrados- en vez de optar por tenerlas «al portador», que ofrece otra opción de anonimato.
¿Por qué recurrieron a inversiones offshore? Según ellos mismos, por las restricciones derivadas del cepo y las «trabas al comercio» en la Argentina, por oportunidades de inversión y hasta por la incertidumbre electoral de 2015. Pero también por las «facilidades operativas» y los «bajos costos» que ofrecen esos paraísos fiscales.
En rigor, operar con una sociedad offshore no representa una práctica ilegal en sí misma, aunque este tipo de compañías suele utilizarse como pantalla para evadir impuestos o blanquear dinero ilícito. Pero en el caso de los empresarios argentinos detectados, todos afirman que informaron sobre sus operaciones -o están aún a tiempo de informar- a la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), que podría cotejar sus dichos con sus declaraciones.
Casi todos ellos figuran, además, en los registros de Mossack Fonseca como dueños o «beneficiarios finales» de las firmas. Amalia Lacroze de Fortabat, por ejemplo, operó con Rosewall Enterprises en Panamá, Islas Vírgenes y Seychelles. Y aunque ella falleció en 2012, todas sus compañías permanecen activas.
Consultada por LA NACIÓN, su heredera Amalia Amodeo prefirió no hacer comentarios al respecto, posición que también adoptaron otros empresarios argentinos que aparecen en los registros de Mossack Fonseca.
Por su parte, Héctor Magnetto, CEO del Grupo Clarín, aparece vinculado a una sociedad constituida en las Islas Vírgenes Británicas. Se llama East River Associates Corporation, que operó entre 2001 y 2012, cuando se disolvió. Pero en su caso, no figura como su dueño, sino con un poder de administración que abarca una cuenta bancaria abierta en el banco UBS de Ginebra, Suiza.
Consultado por LA NACIÓN, su apoderado legal, Ignacio Sáenz Valiente, dijo que «las sociedades en las que participa o es apoderado Magnetto, incluida ésta, siempre estuvieron debidamente declaradas y cumplieron con toda la normativa vigente».
Cuentas bancarias
Son varios los casos de empresarios con sociedades vinculadas a cuentas bancarias en el exterior. Gregorio y Jorge Perez Companc figuran como dueños de las firmas panameñas Pima Investments e Impex Holdings, respectivamente. Ambas están directamente atadas al Banco Itaú. Entre los documentos a los que pudo acceder LA NACIÓN, además, Impex Holdings revela que es una firma que posee inmuebles.
Algunos holdings reparten la titularidad de las sociedades entre los integrantes de la familia. Los Blaquier, por ejemplo, están vinculados a cuatro offshore: dos en las Bahamas (Financiere Translemanique y Derby Services, también con lazos con el UBS suizo), una en Panamá (Cabonor International Corp., en la que aparece Alejandro Blaquier) y la restante en Islas Vírgenes (Dunmoore Trading, donde se enumera a Carlos Herminio, Agustina, María, Carlos Alberto y Milagro Blaquier, y María Marta Taquini como beneficiarios finales).
También Panamá fue el país que eligió Eduardo Eurnekian, que desde allí decidió operar con la Corporación América Sudamericana entre 1996 y 2003. Lo hizo como parte de un consorcio internacional dedicado a administrar aeropuertos. En los registros de Panamá Papers aparece como vicepresidente Marcelo Korzin, a quien luego se enfrentó tras acusarlo de querer quitarle el control de la compañía, conflicto que terminó ante la Justicia. Según pudo saber LA NACIÓN, Eurnekian también acusó al estudio Mossack Fonseca de una supuesta complicidad con Korzin.
Dos años después, sin embargo, Martín Eurnekian, uno de los sobrinos de Eduardo, apareció como beneficiario de Airfuel International, una firma creada en 2005, según los documentos provistos por ICIJ. Desde la Corporación América plantearon, no obstante, que «no es accionista ni director de esa sociedad», expresaron su «sorpresa» y explicaron que Airfuel no tiene relación laboral con Eduardo. Aclararon, además, que Martín tiene residencia en Uruguay desde 2004.
Los hermanos Pagani, dueños de Arcor SA, también comparten sociedades offshore. Luis Alejandro aparece como «beneficiario final» de Quinam Investments y Roquel Properties, ambas todavía en actividad. Mario y Lilia Pagani figuran como accionistas de Lafico Group Limited.
Consultada por LA NACIÓN, la familia Pagani señaló a través de un vocero que las sociedades offshore «son estructuras típicas en contribuyentes que tienen operaciones industriales y comerciales en distintos países» y sostuvo que sus operaciones «se hicieron en el marco de la ley».
Otro empresario vinculado a la industria de alimentos, Alfredo Coto, dueño de la cadena de supermercados, controla Leopold Company desde 2012, a través del estudio uruguayo de Juan Pedro Damiani, uno de los preferidos de los argentinos, firma que permanece activa, sin cuentas bancarias asociadas.
Inversiones extranjeras
Junto a Coto indicaron que en realidad las sociedades son cuatro. Una a través de Mossack Fonseca y las restantes por otros estudios. Tres en Panamá y la restante en Islas Vírgenes. «Todas están debidamente declaradas ante la AFIP y se crearon para buscar inversionistas extranjeros para el desarrollo de proyectos inmobiliarios en el exterior, como parte de un plan de expansión», indicó un vocero del empresario.
María de las Mercedes Bulgheroni, única hija mujer del fundador de la compañía energética Bridas y hermana de Carlos y Alejandro Bulgheroni, figuraba como titular de la offshore First Financial Worldwild Limited, aunque con actividad sólo entre 2002 y 2003.
Junto a Bulgheroni indicaron, sin embargo, que ella «no tuvo nada que ver» con esa sociedad. «Mientras negociaba una operación le ofrecieron completarla mediante esa sociedad, pero ella se negó a firmar y a hacer esa operación de ese modo», indicó un vocero de los Bulgheroni, que añadió que «como ella se negó, debieron disolver esa sociedad».
El objetivo por el cual suelen armarse las sociedades a menudo no consta en los documentos a los que accedió LA NACIÓN. Ése es el caso de la panameña Mylton Services Portfolio, que controla Miguel Madanes. No consta el destino de la compañía, pero es para una cementera en Uruguay.
Mientras otros miembros de la familia Madanes, dueños de Aluar, aparecen vinculados a sociedades en Islas Cook y Bahamas -tal como reveló LA NACIÓN en 2013-, Miguel apuntó a la otra orilla del Río de la Plata.
«Yo poseo el 100% de Milton Services (Panamá) y Milton Services, cuyas acciones son nominativas y están a mi nombre», explicó. Así adquirió el 10% de la cementera uruguaya Cimsa, «como único activo y sin pasivos», el año pasado. Y para evitar dudas, añadió que Cimsa «es una empresa que opera dentro del Uruguay y tributa en el Uruguay».
Otra excepción al habitual destino desconocido de estas sociedades lo encarna Alejandro Roemmers. Figura como dueño y accionista de Light 31 Portfolio, creada en las Islas Vírgenes, para comprar «real state» -propiedades- en Estados Unidos. Además, aparece la firma Roemmers Internacional (Panamá), aunque figura como «suspendida».
En el caso de Daniel Carlos Garbarino, en cambio, aparece con una sola sociedad. Se llama Russelville Holding International, con sede en Panamá, activa desde 2012, sin una cuenta bancaria asociada. Pero con un rasgo poco habitual: las acciones de esa sociedad son al portador.
«La sociedad se creó para comprar departamentos en la Argentina y Uruguay, pero eso no prosperó», indicó un vocero a LA NACIÓN, que añadió que la firma se encuentra «ahora regularizada ante la AFIP».
El empresario vinculado a más sociedades es el presidente de Swiss Medical Group, Claudio Belocopitt, quien registró seis firmas en las Islas Vírgenes durante 2015, aunque ya había incursionado en la creación de una sociedad panameña allá por 2005, luego disuelta.
Consultado por LA NACIÓN, el vocero de Belocopitt indicó que todas las sociedades «están debidamente consignadas en las declaraciones juradas correspondientes, tal como lo exige la ley», en tanto que las creadas «con fines específicos durante 2015″ se informarán en la declaración que vence el mes próximo». Y en todos los casos, afirmó, «se corresponden en todo al marco regulatorio y con la ley vigente, incluyendo las obligaciones impositivas de rigor».
Usuarios VIP
En algunos documentos del estudio Mossack Fonseca que analizó LA NACIÓN, en tanto, se reflejan operaciones comerciales de grandes empresas argentinas. Ése es el caso de, por ejemplo, Mastellone Hnos., emblema de la industria láctea, que aparece vinculada a Across Enterprises Ltd., con la que firmó un contrato para comercializar sus productos en el exterior. «Es un broker que intermedia en el mercado internacional entre importadores y exportadores y, por lo cual, cobra servicios. Tuvimos relaciones comerciales años atrás, pero no tiene ninguna vinculación societaria con Mastellone», aclararon desde la empresa.
Los empresarios argentinos son, en otras ocasiones, apellidos ilustres en el mundo offshore. Antonio Tabanelli, fundador de Boldt SA, dedicada a la explotación de juegos de azar, figura en una lista de «clientes VIP» de Mossack Fonseca. Es accionista de tres sociedades: Equipos Sud Americana SA (Panamá), Wastegate International GMBH (Bahamas) y Automación Gráfica (Bahamas). Su hija Rosana Tabanelli aparece, además, como directora de la firma ICM SA de Panamá. Tabanelli se negó a dar detalles de sus movimientos offshore y adujo motivos económicos y la necesidad de tener operaciones comerciales en el exterior.
De Narváez y Garfunkel, con firmas offshore
Francisco de Narváez, dueño de El Cronista y accionista minoritario de América TV, está vinculado a cuatro sociedades offshore: Willowbrook Trading Inc., Power Horse Properties Inc. y Titan Consulting Ltd. (con una cuenta en Suiza), todas en Islas Vírgenes Británicas; y La Esperanza Associated Corp., en Panamá. La mayoría se utilizaron para canalizar operaciones vinculadas a «Casa Tía». De Narváez aseguró haber declarado el resto de las sociedades «en su momento, mientras correspondió».
Matías Garfunkel también eligió a Mossack Fonseca y las Islas Vírgenes Británicas. El socio de Sergio Szpolski en el ultrakirchnerista Grupo 23, que dejó más de un centenar de periodistas en la calle y sin cobrar, figura como director y con un poder general otorgado en 2010 para actuar en nombre de Collette Finance Ltd. Ante la consulta de LA NACIÓN, Garfunkel dijo no recordar haber participado de la sociedad, que quedó inactiva a fines de 2013.
Fuente: LA NACIÓN. Con la colaboración de Mariel Fitz Patrick, Ricardo Brom y Romina Colman.
Agradecemos al Lic. Mariano Acosta.