Esta tarde vecinas rezaron el Rosario, porque aunque no afirman que la Virgen llore, creen que es una oportunidad para que se refuerce la fe.
Cuando promediaba septiembre del año 2005, personas que se ocupaban de la limpieza en el Centro Vecinal Nicolás Batalla notaron una particularidad en la imagen de la Virgen de Fátima, que había sido donada a la institución y entronizada en 1999. Mientras ordenaban el lugar, vieron cómo, desde los ojos hasta el mentón de la figura de yeso, caía una especie de “lágrimas”.
En ese momento, gran cantidad de fieles se acercó a ver el fenómeno. Mientras algunos ciudadanos de Arroyito lo veían como un milagro, las autoridades eclesiásticas prefirieron estudiar el caso con cautela, esperando el resultado de las muestras que habían sido tomadas.
“Sea lo que sea lo que la Virgen nos va a pedir, siempre gira en torno de lo mismo: conversión de los pecadores y rezo del rosario”, declaró el por entonces párroco de la Iglesia Nuestra señora de la Merced, Juan Vidotto, pidiendo cautela a los fieles, según lo informaba el diario La Voz del Interior.
Transcurridas algunas semanas, el interés por el hecho se fue diluyendo, hasta hoy, más de 11 años después. Primero fue una foto compartida a través de Facebook, en la que aseguraban que “está llorando la Virgen de la sede del Nicolás Batalla… ”. Luego se sumó una convocatoria al rezo del Santo Rosario, que un grupo de mujeres del barrio concretó esta tarde, a las 18:30, y que repetirá, frente a la sede del centro vecinal, mañana miércoles a la misma hora. Si bien estas señoras fueron cautelosas, dijeron a EL ARROYITENSE, único medio en el lugar, que esta es una oportunidad para “rezar más, eso es lo que nos pide la Virgen, reforzar la fe”.
La palabra oficial de la iglesia católica local sobre el hecho tendrá que esperar. Será conocida el viernes, cuando tanto el párroco, Gabriel Camusso, como el vicario, Marcelo Cereda, regresen de un retiro que están cumpliendo en Betania.
Fuentes consultadas revelaron a EL ARROYITENSE que lo más probable es que algún barniz aplicado sobre el rostro de la imagen haya cedido ante las condiciones de calor y humedad en las que se encuentra, dejando a su paso manchas amarillentas y esa especie de lágrima espesa que se observa en el mentón de la figura, resguardada en una urna de vidrio, dentro de la gruta ubicada en la intersección de las calles Peñaloza y Avellaneda.