El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires prepara una nueva reforma del secundario, basada en el llamado modelo dual alemán.
Por el licenciado Mariano Oscar Acosta
El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires prepara una nueva reforma del secundario, esta vez, basada en el llamado modelo dual alemán. La primera experiencia de “educación dual” la inician las empresas Bosch, Daimler Benz y SEL, quienes crean en 1973 la primera “academia profesional” en la ciudad de Stuttgart.
En Alemania la denominada enseñanza terciaria comprende los centros de enseñanza superior de carácter universitario y las instituciones que ofrecen estudios de formación profesional. Esta última es la educación destinada a formar los técnicos del país, cuenta con varios niveles de especialización y más del 50% de la población alemana posee un título obtenido dentro del “sistema dual de formación profesional”.
Según el oficio elegido y los estudios previos, la formación dura entre dos y tres años y medio y tiene lugar en dos espacios: la teoría se aprende en la escuela y la práctica en la empresa correspondiente, donde el aprendiz pasa tres o cuatro días a la semana, formando parte del equipo de la empresa, guiado por su tutor profesional. En la escuela tienen lugar las clases de la especialidad uno o dos días por semana y el contenido de esas clases se ajusta a las prácticas en la empresa.
La formación profesional dual permite el aprendizaje de unos 350 oficios en diferentes áreas, desde el sector servicios hasta la industria tecnológica pasando por el comercio. Además de oficios muy especializados como el de sastre, hay otras opciones más amplias, como la de administrativo. Aunque la opciones de formación son numerosas, un 60% de los aprendices se forman en el área de la industria y el comercio.
Mientras dura la formación, las empresas contratan a los alumnos pagándoles una remuneración económica, la que en la mayoría de los casos está sujeta al convenio colectivo del sector. Al finalizar, la posibilidad de que la empresa ofrezca un contrato laboral a los alumnos es alta: el 66% en el año 2011.
En Latinoamérica son cuatro los Estados que aplican versiones del “modelo dual” alemán: México, Colombia, Guatemala y Ecuador. En este último país, son tres universidades (Católica de Guayaquil, Politécnica de Riobamba y la de Cuenca) y los Institutos Tecnológicos Superiores quienes ofrecen esta modalidad.
¿Qué es lo que se sabe de los cambios que impulsa el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires? Del documento con los lineamientos generales al cual tuve acceso, queda en claro que el gobierno porteño apunta a una reforma inspirada en el modelo dual alemán: inserción laboral y espacios de formación extra aulas (en los lugares de trabajo). Lo que no está claro y pareciera que aún no se puede explicar con precisión es el «cómo se aplicará».
El llamado “modelo de la secundaria del futuro” está basado en cuatro etapas: un «tiempo preparatorio» de 10 días, un «ciclo básico» de dos años, un «ciclo orientado» también de dos años y un «año integrador y formativo del más allá de la escuela».
La “secundaria del futuro” propone:
- un trayecto de articulación y nivelación al ingresar del primario (Matemática, Lengua y Metodología de Estudio),
- la definición de un plan de trabajo personalizado por alumno, organizar los aprendizajes en cuatro áreas de conocimiento (Ciencias Sociales y Humanidades, Ciencias Naturales y Nuevas Tecnologías, Comunicación y Expresión y las Orientaciones),
- trabajo autónomo colaborativo (el alumno aprende investigando, explorando y descubriendo sólo o en grupo, con los docentes como facilitadores y orientadores, mediados por la tecnología),
- formatos flexibles de aprendizaje (guías interactivas, juegos de simulación, proyectos con anclaje en la realidad),
- uso de plataformas digitales (donde puedan aprender inglés desde sus casas y ampliar las horas de clases recibidas, por ejemplo),
- certificación internacional de idiomas,
- distribución del tiempo escolar en cuatrimestres (el último mes del cuatrimestre se destinará a la integración de contenidos a través de la realización de proyectos por áreas de conocimiento),
- eliminación de las calificaciones numéricas, acreditación de saberes por medio de “créditos” (se otorgan según la cantidad de guías realizadas, etapas alcanzadas en videojuegos educativos, participación en proyectos extracurriculares que favorezcan la convivencia, etc.),
- redefinir el espacio áulico.
Nada dice, por ejemplo, sobre repitencia. Se implementará de manera gradual entre 2018 y 2021.
Sin embargo, lo que más levantó polémica es la organización del último año de la “secundaria del futuro”, particularmente cuando se dispone que el 50% (6 meses) de ese tiempo escolar estará destinado a la aplicación de los aprendizajes en empresas y organizaciones, según talentos e intereses de cada alumno (pasantías escolares-laborales).
Edgardo Zablotsky, relfexiona sobre las ventajas y desventajas del sistema de pasantías de seis meses:
“Los beneficios son fáciles de identificar. Muchos jóvenes que al terminar la secundaria no cuentan con habilidades que les permitan ingresar al mercado laboral, saldrían beneficiados. Es claro que el número de jóvenes que no estudian ni trabajan se reduciría considerablemente. Pero también hay costos generados por la obligación de participar de esta práctica que tienen la totalidad de los alumnos de quinto año de las escuelas públicas porteñas. A muchos que han de seguir estudios universitarios, les sería más provechoso utilizar el tiempo dedicado a las pasantías laborales a profundizar conocimientos que contribuyan a un mejor rendimiento y una menor deserción en su tránsito por la Universidad.”
No quise reducir un debate tan importante a la toma de la escuelas. Está muy claro que si se han producido es por exclusiva responsabilidad del mundo adulto, que en vez de hacerse cargo de lo que debe, juega a la escondidas y a buscar culpables fuera de ellos. Así como es impensado que semejante reforma se defina sin los consensos adecuados. Da vergüenza ver cómo usan a los chicos en vez de asumir serimente la responsabilidad de formarlos. Y en eso hay canallas de un lado y del otro.
Para terminar esta columna, consulté sobre la experiencia en pasantías a mis alumnos y exalumnos de la Escuela Dr. Dalmacio Vélez Sársfield, donde se realizan por dos meses y a contraturno, sin restar horas de clases. De las opiniones recabadas, todas coinciden en que son un ámbito de aprendizaje muy positivo porque los acercan a la realidad del mundo laboral y les ayudan a definir la carrera a seguir; acuerdan en que les exigió organizar los tiempos, particularmente en semanas de evaluaciones y que, sumadas al horario escolar que deben cumplir, les quitan tiempo para dedicarse a actividades de recreación. En relación a su duración, consideran adecuado el período de dos meses no así el de seis, al que ven como excesivo y piensan que no deberían ser remuneradas.
Los invito a “asomarse” a algunas de ellas:
– “Son positivas porque nos acercan al mundo laboral y nos ayudan a definir la carrera”. Ana Paula
– “Son positivas porque es el primer contacto que tenemos con el trabajo y nos enseña algunos valores nuevos”. Alejandro
– “En lo personal fueron muy positivas, a mi me ayudó a definir la carrera que quería estudiar. No tuve problemas para estudiar. Es cuestión de organizarse”. Agustina
– “Yo estoy muy feliz de hacer las pasantías. En mí caso me sirve muchísimo para el día de mañana. Aprendí muchas cosas y estoy en un lugar cómodo”. Paula
– “Para mi las pasantías son muy buenas; te brindan una buena experiencia y te ayudan a definir la carrera. Pero todo muy lindo, hasta que llegan esas semanas llenas de evaluaciones y te das cuenta de que no te dan los tiempos”. Juan
– “Se aprende mucho y se la pasa bien. Voto que haya pasantías todo el año”. Angelo
– “Son buenas hasta cierto punto. Te definen las ideas y te orientan para ayudarte a la hora de decidir una carrera a futuro. El problema existe a la hora de las pruebas, ya que genera una carga horaria tremenda y hay que sacrificar alguna actividad extraescolar, que a veces termina siendo un ‘cable a tierra’ para relajarse y romper con la rutina. Pero recalco la parte de la experiencia, los conocimientos y la realidad que te brinda”. Tomás
– “Están buenas y aprendés muchas cosas además de que ayudan a insertarse en el ambito laboral, pero se hace una carga horaria terrible cuando hay pruebas y trabajos prácticos cuando se realizan las pasantías”. Valentín
– “A mí parecer el proyecto de pasantías está muy bueno. Te ayuda a definir si te gusta esa área de trabajo o no. Si bien quitan mucho tiempo y eso lleva a tener que organizarte mucho mejor y dejar en segundo otras actividades, en mi opinión el proyecto está muy bueno. Está bien que solo realizamos dos meses, y no seis como plantean. Creo también que seis meses es un periodo bastante largo”. Nicolás, Matías, Yamila
– “El trabajo de pasantías me parece que a muchos nos ayudo a saber si nos gusta o no el área de trabajo en donde nos queremos desarrollar. Otros hasta se quedaron trabajando en ese lugar y es una muy buena oportunidad para todos nosotros vivir esa experiencia, sabiendo que el año que viene tenemos que elegir y asegurarnos de querer estudiar eso. Con respecto al tiempo, también me parece que seis meses es mucho. Con los dos meses que realizamos nosotros en nuestro colegio está bien”. Lula
Foto a modo ilustrativo: elpuntero.com.mx