Crónica del barullo y el destino de un país, por el contador egresado de la UNC, Emiliano Costanzo.
Es muy cierto que la universidad es, muchas veces, una burbuja dentro de la sociedad en su perspectiva política y social; pero algunas burbujas cuando estallan, pueden rebalsar el vaso que las contiene. Es el caso particular de la “burbuja universitaria”, tantas veces aislada de la sociedad, pero que cuando se manifiesta, genera cimbronazos que marcan tendencias y se hacen sentir fuertemente.
Cuando hablamos de la Educación, y en especial de Educación Superior, no se trata sólo de qué se hacen con los fondos públicos para financiar los estudios de un grupo minoritario (y muchas veces privilegiado) que tuvo la posibilidad de llegar a la universidad. Lo que se discute es mucho más; se habla del conocimiento y la ciencia como herramientas de libertad de las personas y de la sociedad, se habla de la técnica y el desarrollo profesional como formadora del modelo de país que se pretende.
Hoy, es indiscutible que la Educación como bien social, es una de las más nobles y potentes herramientas de transformación social. Pero, en contraposición, fuera de ese discurso muchas veces esbozado por los gobernantes, lo cierto es que invertir esfuerzos y recursos en la educación no resulta rentable para el que gobierna, ya que sus resultados son a mediano y a largo plazo, y eso no cierra en las lógicas y tiempos electorales de nuestra democracia. Por eso es uno de los principales elementos de ajuste y achique cuando las “papas queman”. Es una de las primeras cosas a recortar, a quitar de la lista de prioridades; y lo último que se tiene en cuenta para un plan político que se aboca a las clásicas lógicas de lo inmediato.
CRÓNICAS DEL ÚLTIMO AÑO. Primeros eventos.
Todo parecía prometedor en el año del Centenario de la Reforma Universitaria, hito internacional que se dio en nuestra Córdoba (la docta) y que fue trascendental para la inclusión de nuevos sectores a la población universitaria por fuera de la acotada clase más pudiente que tenía acceso en 1918; complementado por el Decreto de Gratuidad Universitaria del entonces Presidente Juan Domingo Perón en 1949, y con la implementación del Boleto Educativo Gratuito en 2011 por el gobierno provincial.
Pero ya desde finales de 2017 y principios del 2018, cuando se discutía la “Ley Madre” del Presupuesto Nacional, algunos diputados y diputadas señalaban una preocupante reducción en el presupuesto universitario, hecho que en abril se consumó al asumir el actual Rector de la UNC como presidente del “Consejo Interuniversitario Nacional” (CIN), donde el gobierno nacional anunció una reducción de $ 3.000 millones que se destinaban principalmente, a obras de infraestructuras en todas las universidades del país.
Posteriormente, en mayo, comenzaron a aparecer casos como la “Universidad Nacional de Rio Cuarto” (UNRC), la “Universidad Tecnológica Nacional” (UTN) o centros universitarios como el Centro Universitario de San Francisco (CUSF) o el Centro Regional de Estudios Superiores de Deán Funes (CRES) que denunciaban no estar recibiendo los fondos que se encontraban en su presupuesto aprobado por ley, o no poder garantizar la continuidad del dictado de clases por percibir escaso presupuesto. Es entonces cuando comienzan aisladas protestas en Río Cuarto y en San Francisco, que intentaban avizorar esta situación.
EL RECLAMO SE GENERALIZA. La UNC se involucra en el conflicto
No fue hasta el mes de agosto, cuando comenzó a discutirse la actualización salarial de los docentes universitarios, que el conflicto escaló a un nivel más general. La oferta inicial, por parte del gobierno de Mauricio Macri, que proponía aumentos de entre el 10% y el 15% a los docentes universitarios, cuando la inflación acumulada a la fecha es del 28%, con una proyección de llegar al 42% en el año, caldeó los ánimos de las centrales gremiales docentes que solicitaban el 30% de aumento.
Este reclamo tuvo una enorme adhesión, no sólo del resto de la comunidad académica, sino también del conjunto de la sociedad. Comenzó por organizarse un multitudinario abrazo a la UNC, al que asistieron miles de personas, organizaciones, autoridades universitarias, docentes, no docentes y estudiantes. Luego siguió un estallido en las redes sociales donde millones de personas expresaron su sentido de pertenencia o apoyo a la universidad pública y su preocupación por las 57 universidades del territorio nacional que se encontraban sin actividades. Y se consumó con una histórica marcha en la ciudad de Córdoba donde se manifestaron más de 100 mil personas en las calles.
EL ENTRE TANTO. Roses y desacuerdos entre los protestantes
Al percibir el enorme impacto social de la cuestión, no tardaron en aparecer las organizaciones políticas de los distintos claustros, principalmente estudiantil, desde el cual se organizaron enormes asambleas por Facultades, más una semanal para toda la universidad, clases públicas en plazas dictadas por profesores, intervenciones artísticas, muestras en los semáforos, entre otras expresiones para dar más visibilidad al asunto.
La participación de los estudiantes fue histórica, llegando a reunirse más de 2.000 estudiantes en el patio de Derecho y una cantidad mayor en Arquitectura; pero es aquí donde aparecieron los conflictos. Estas asambleas fueron cooptadas por las distintas, y electoralmente poco representativas, expresiones de la Izquierda Trotskista, que alegándose la autoridad de actuar en nombre de los estudiantes cometió una serie de actos que poco tenían que ver con el presupuesto universitario y el salario docente. Ejemplo de estos actos fueron la toma del edificio del rectorado histórico, el mediático caso de la bajada de la figura de la Virgen en la facultad de Derecho, la primera toma de la Facultad de Arquitectura y el Pabellón Argentina, los intentos de toma en Odontología y Exactas, entre otras. Aunque, nobleza obliga, hay que destacar que sí hubo casos en donde las tomas fueron la legítima expresión, ya sea de las asambleas celebradas o de los centros de estudiantes, como en Filosofía y Humanidades, Artes, Psicología, Ciencias de la Comunicación y Sociales, además de la UNRC (Río Cuarto) y UNVM (Villa María) donde todos los claustros impulsaron tomas o tomas simbólicas.
En respuesta a las tomas fue que se comenzó a consumar una gran “Ola Anti-tomas”, sobre todo en las Facultades más pobladas de la UNC, donde muchos estudiantes y agrupaciones expusieron que las tomas no serían el mecanismo adecuado y que resultaba contraproducente al reclamo. Los conflictos, el desgaste natural y la radicalización de las medidas por parte de la izquierda llevaron a que el conflicto perdiera el empujón inicial y de la movilización histórica que se había logrado semanas atrás, hubo una segunda movilización en donde el número se redujo a 10.000 manifestantes. El gobierno nacional continuaba inflexible en su irrisoria propuesta salarial pero algo clave pasaría esa tarde…
EL RECLAMO SUBE CASI TANTO COMO EL DÓLAR
Por la tarde del día jueves 30 de agosto, el país entró en un acelerado proceso de recesión y devaluación de la moneda. Se disparó el dólar, lo que reanimó la protesta, ya que a la inflación que se comía los salarios, se le sumó una devaluación de la moneda cercana al 25%. El gobierno se encuentra en una situación de debilidad y, fue justo en este momento, en el que se plegaron a las multitudinarias asambleas los esfuerzos orgánicos, dialoguistas y hasta entonces presentes, pero no organizados, de los sectores progresistas (La Bisagra) y el peronismo universitario (JUP), que parecieron dotar de racionalidad las asambleas y se lograron lógicas mayoritarias de expresión; apoyando las tomas donde la mayoría de los estudiantes las consideraban propicias, pero rechazándolas y proponiendo medidas alternativas en las Facultades donde los estudiantes preferían otras formas de apoyar el reclamo. Esto llevó a un exponencial crecimiento de la participación en las asambleas estudiantiles.
EL PRINCIPIO DE LO QUE PODRÍA SER EL FIN
Por la mañana del martes 4, y juntamente a los anuncios de reajuste del gabinete del presidente Macri, el gobierno, presionado por la situación general del país, acercó una nueva oferta a los sectores sindicales de entre el 22% y el 24% que parecería acercarse más a lo pretendido antes de la devaluación por los gremios, pero que parece insuficiente en este contexto, donde la inflación va a seguir con tendencia alcista.
Lo cierto es que las federaciones gremiales docentes podrían aceptar esa oferta si se agregara la ya afamada “Cláusula Gatillo” que resulta una herramienta útil en contexto de poca previsibilidad económica.
No se sabe si mañana viernes en la mesa de negociaciones se llegará a un acuerdo; pero de ser así, habrá una importante reducción de las medidas de fuerza sobre el conflicto, aunque para nada cesa la discusión del presupuesto universitario que se contemple en el presupuesto del año 2019, y mucho menos posterga la discusión respecto a la situación general del país. Lo que nadie duda es que el conflicto universitario fue, sin dudas, una de las expresiones con mayor agregación de la sociedad del último año y que podría marcar el comienzo de enormes cambios en vistas del futuro del país.