Una ONG cordobesa se centraliza en talleres recreativos, musicales, artísticos y de apoyo escolar, para la enseñanza de valores y hábitos.
Por Eli Chiavazza
En el mes de marzo, en la localidad de Tránsito, se hizo presente un grupo de ayuda a personas carenciadas sin fines de lucro, llamado Juntando Sonrisas Tránsito. Su sede se ubica en la calle José María Paz 60. Fue formado para actuar ante las necesidades que se presentan en pueblos chicos, como el hambre y la falta de trabajo, vivienda y valores.
Entre 20 y 25 voluntarios organizan las actividades que se realizan, poniéndose de acuerdo en reuniones programadas, semana de por medio o una vez al mes. Cada voluntario está encargado de una determinada tarea. Hay quienes coordinan los talleres, los que están a cargo de la publicidad y de las relaciones con instituciones y establecimientos, y algunos ayudan a otros coordinadores, como la secretaria general. La edad mínima para sumarse es entre los 15 y 16 años, aunque no hay límite para involucrarse en el grupo.
La ONG basa su funcionamiento en el lema “pan, educación y trabajo”, y busca la igualdad de oportunidades de las zonas marginadas y la inclusión de éstas con otras clases sociales. Apunta a ayudar no solo a gente con carencias materiales, sino también a personas en los estratos altos o medios de la sociedad. “Porque no estamos carenciados solamente cuando tenemos poca plata o no nos alcanza para vivir, sino carecemos de valores”, dijo el coordinador general de grupo, Facundo Ceballos.
Juntando Sonrisas trabaja con instituciones del pueblo y de los alrededores, sobre todo con el grupo Operación Rescate, dedicado al socorro de animales en situación de calle; con el Club Deportivo Vélez Sársfield, y con el Grupo Scout José Ignacio Urquía de Arroyito.
Bajo los principios de tolerancia, solidaridad, cordialidad y ayuda mutua, realizan algunas actividades, como el “almuerzo popular”, organizado cada 15 días. En su inauguración participaron los Scouts. “Domingos recreativos” son otras de sus acciones, que funcionan como punto de encuentro para niños, jóvenes y familias, donde se comparten momentos con juegos, mates, actividades, música, bailes y comida. También poseen un ropero comunitario para el que la gente dona ropa y calzado y ellos se lo distribuyen a los niños que van a su sede.
Su principal actividad se centraliza en los talleres recreativos, musicales, artísticos y de apoyo escolar, que son hechos para que cambie, de a poco, el entorno y se enseñen valores y hábitos. “Hemos tenido un caso especial de una familia que no tenía recursos y nosotros los tuvimos que ayudar y enseñarles cosas básicas que hacemos en nuestra vida cotidiana.”, comentó Fiamma Chiantore, una de las coordinadoras.
Juntando Sonrisas central funciona en Córdoba, originada por universitarios, de entre 17 y 25 años, pertenecientes al Liceo, a quienes les preocupaba la situación en la que se encontraban las zonas marginadas de la capital provincial. Tiene más de 130 voluntarios, y actúa en Barrio Villa Boedo y El Chaparral, a través de talleres de música y culturales, comedores populares, escuelas deportivas, talleres para jóvenes y mujeres, cines y espacios de esparcimiento prestados por diferentes instituciones.
En base a esto surgió la iniciativa de que el grupo se extendiera a localidades del interior, a cargo de un coordinador. “Decidimos hacer un grupo no solamente para cambiar la realidad sino para ver esa lucecita que está al fondo de un camino”, dijo Facundo, también partícipe del grupo originario. Se eligió la localidad de Tránsito debido a que una familia donaba una casa antigua, que funcionaría como sede.
Las dos agrupaciones hacen extensivas las invitaciones hacia quienes deseen unirse a su causa, y pueden hacerlo contactando a cualquiera de sus integrantes o mediante las redes sociales.
