Una canallada

Así define el Prof. Lic. Mariano Acosta a la decisión del Gobierno Nacional de “ahorrar” con los jubilados.

De los sucesos de mediados de diciembre han quedado, al menos, dos aspectos claros:

1– Hay sectores que solo dirimen los asuntos de interés colectivo a palos y piedras;

2– Nuestra clase dirigente, sin distingos de oficialistas y opositores, acuerdan rápidamente sobre algunos temas (sobre todo aquellos en donde, quienes se ven afectados, tienen escasa capacidad de protesta), mientras que sobre otros, ni noticia.

El objetivo de la ley que se acaba de sancionar es claro: generar ahorro al Estado. Y la nueva ley dispone que el ahorro provendrá de los fondos que corresponden a jubilaciones y pensiones. Y esto se logrará mediante el cambio en la fórmula que se utiliza para calcular el aumento en los haberes jubilatorios.

¿En dónde radica la principal razón de esta necesidad de ahorro? Paradójicamente en que no será ahorrado. El telón de fondo de esta reforma es el pacto fiscal firmado entre la Nación y las Provincias. El «ahorro que no será ahorrado» permite financiar el cambio en el reparto federal de los recursos tributarios, incluyendo los $40.000 millones extra que recibiría la provincia de Buenos Aires por el Fondo del Conurbano Bonaerense.

Así se entiende cómo los gobernadores de todos los colores hicieron levantar la mano a los diputados que, una vez más, olvidaron a quiénes representan. Como escribe Jorge Asís “Los diputados… debían volver pudorosamente a sus provincias sin arriesgarse al escrache colectivo. O a que cualquier jubilado le dijera: ‘Me estafaste, no te voté para que me garques’”.

Es llamativo ver cómo diputados y senadores algunos de los cuales tienen hasta 50 “asesores”, acuerden recortar a quienes cobran una jubilación mínima. En lugar de comenzar por la “caja política” del congreso, de las legislaturas, de los concejos deliberantes, prefieren meterse con mi papá, que aportó 46 años al sistema.

Norma Morandini, senadora por nuestra provincia, que solo tenía en 2014 siete empleados afectados a su despacho, supo decir que la explicación sobre su exiguo número de asesores radicaba en que ella no aceptó hacer nombramientos políticos y el perfil de su equipo era técnico. Afirmó: «El senado es una caja clientelar. Al Estado no se ingresa por concurso. Es muy visible el nombramiento de gente. Ya no reconozco al personal que está en los pasillos».

El 30 de abril de 2008, en nuestra provincia, se creó la «Comisión de Conmemoración de los Bicentenarios de la Revolución de Mayo (1810-2010) y de la Declaración de la Independencia (1816-2016)», su función era «propiciar un amplio debate entre gobernantes, dirigentes empresariales y de organizaciones de la sociedad civil, buscando los consensos que permitan consolidar una democracia pluralista y participativa, y afianzar los derechos de la provincia en el concierto federal argentino». Dos de sus integrantes admitieron que «nunca resultó fácil movilizar e interesar a los parlamentarios” (léase legisladores), por lo que a mayo de 2010 al único acuerdo al que habían arribado era… ¡un isologotipo!

Las experiencias del párrafo anterior se cuentan a puñados. Eso sí, cada uno de estos legisladores ha “regado” sus respectivos departamentos con “sesudos asesores”, léase cargos políticos que pagamos entre todos para que no hagan nada: “ñoquis”. Podrían terminar con esos contratos, pero no, más fácil es meterse con los jubilados.

Podríamos discutir horas sobre cómo financiar la cajas de jubilaciones, qué hacer con la esperanza de vida extendida, sobre cuál es la edad adecuada para jubilarse o comparar nuestro sistema con los de otros países. Pero ese no es la intención de esta columna. Mi interés es hacer foco en:

1– Dónde comenzó el recorte;

2– Quiénes son los responsables de hacerlo.  

Sobre los sectores que dirimen los asuntos de interés general a palos y piedras, me pregunto: ¿qué favor han hecho a la lucha por los derechos sociales quienes apedrean policías y rompen mobiliario urbano? Aún en el caso que el Gobierno infiltre agentes que generen los actos de violencia, responder de la misma manera es un equívoco y una estupidez.

Comparto este párrafo que supe leer en el periódico La Marea de España: Autodefensa y resistencia son algunos de los eufemismos que emplean los violentos que se dicen de izquierdas, y los que los apoyan, para justificar esos actos. Existen varios tipos de violencia y muchos medios para ejercerla, desde la agresión directa, pasando por las amenazas o la coacción. Violencia es apedrear a un policía y violencia es echar a una familia de su casa u obligar a alguien a trabajar en condiciones precarias. Pero aquí no se trata de responder a una violencia con otra. Las violencias opuestas no se neutralizan, al contrario: se retroalimentan.

“Existe una alternativa a la violencia, a toda violencia, pero es poco atractiva, requiere sacrificio y recibe poco o ningún reconocimiento. Esa alternativa, la no-violencia, la resistencia pacífica, la desobediencia civil, la acción directa basada en la imaginación, la creatividad, el humor y la unidad, es la única que desafía de verdad al sistema de opresión del hombre por el hombre y la única que abre vías duraderas para la emancipación de los individuos”.

En alguna columna hice referencia sobre los “triunfos pírricos”. Pirro era rey de Epiro, un pueblo griego. En el transcurso de siete años derrotó dos veces seguidas a los romanos. Toda una hazaña para la época. Pero la victoria había sido muy costosa. Pirro perdió gran cantidad de buenos soldados y cuando lo felicitaron por la victoria dijo: «Otra victoria como esta y volveré a Epiro sin un solo hombre», de aquí viene la frase “victoria pírrica”. La reforma previsional supone para el gobierno y sus aliados una derrota disfrazada de victoria, en la que dilapidó el capital político conseguido en las legislativas de octubre empezando a “ahorrar” con los jubilados. Claramente una canallada.

Profesor licenciado Mariano Acosta.

Foto: ambito.com